Corría el año 1925, en una ciudad aburrida y fea donde existía un bosque solitario y alejado de todos.
Allí vivía una familia multimillonaria llamada de apellido Doartero. Ellos estaban ahí por miedo a que les roben.
El ayudante personal de Doartero, una persona malvada y cruel, en la entrada del bosque secuestró a las mellizas, hijas de Doartero.
El secuestrador le tenía bronca porque él lo había echado de su trabajo y quería vengarse.
Al otro día el secuestrador llamó con un teléfono antiguo y amenazó a Doartero, pidiéndole dinero por sus hijas.
El señor Doartero estaba tan preocupado que decidió llamar al detective Martínez, un señor gordo, serio, alto y muy ordenado en su trabajo, pero él no vino solo, trajo a su ayudante una chica flaca, petisa y buena llamada Lucrecia. Comenzaron a trabajar y fueron a la casa de unos vecinos, la familia Piazza. El detective le pidió algunas explicaciones y el señor Piazza le dijo:
- Ese día estuvimos viajando. Pero Lucrecia no les creyó y los llevaron detenidos.
El detective sospechó entonces del ayudante que Doartero había echado porque le tenía mucha bronca. Fue a buscarlo al bosque pero ya no estaba, se había ido a buscar trabajo pues Doartero no le había pagado la indemnización cuando fue echado ni le pagó el rescate de sus hijas.
Caminando, encontró trabajo en un circo haciendo el papel de payaso.
El detective y su ayudante lo encontraron y lo siguieron hasta su casa. Cuando estaba por entrar, el detective se le echó encima y lo obligaron a entrar. Mientras Lucrecia le apuntó con el arma, Martínez buscó y buscó hasta que encontró a las chicas en el sótano de la casa. Abrieron rápidamente la jaula donde estaban y salieron muy asustadas. Enseguida las llevaron con su papá.
Mientras tanto al culpable lo llevaron preso y le dieron 6 años de cárcel.
La familia Piazza, como no había hecho nada, quedó libre.
Al final Doartero le dijo al detective:
- ¡Buen trabajo! Y le pagó muy bien por sus servicios.
FLORENCIA – MICAELA – ANDREA