En una calle de la ciudad de Buenos Aires vivía una señora muy adinerada, ella tenía miedo de que le robaran, por eso buscó un guardaespaldas que la cuidara. La señora tenía un collar de perlas brillantes preciosas, lo tenía guardado en una habitación con alarma en una caja fuerte.
Al sexto día de estar el guardaespaldas pidió si le daba el día libre para estar con sus hijos. Cuando él salió de la casa de la señora se cruzó con su amigo y le dijo que había conseguido trabajo con una señora muy adinerada que tenía joyas muy valiosas.
El guardaespaldas decidió robarle el collar porque con lo que cobraría pagaría sus deudas y con lo que le sobraba le daría de comer a sus hijos. Pasaron los días y decidió robarle.
Cuando la señora se fue a dormir, él desactivó la alarma. En ese momento se le cayó un guante con el pelo de él; al salir pisó con el zapato, tropezó, se le salió la pulsera y salió corriendo.
Al día siguiente la señora fue a ver su collar y no estaba más. Salió rápidamente salió y le comentó al quiosquero Riganti que era detective y éste empezó a buscar pistas. Había huellas marcadas en la caja fuerte, después encontró la pulsera. Cada día iba buscando pistas diferentes.
La señora con el detective decidieron ir a la casa del guardaespaldas e indagarlo. Descubrieron que estaban los zapatos con las huellas y la señora se dio cuenta que eran las mismas que estaban en la caja fuerte. Entonces le comentó al detective y este decidió llevarlo preso.
MICAELA - MARÍA PAZ